
I
Llega el momento
de limpiar el escritorio,
apurar el café y salir
con la mañana bajo el brazo.
Vuelve todo a su sitio:
la soledad cotidiana,
el puente de las noches,
el cigarro en la mano.
Acariciar las fotografías
ha perdido el sentido:
sólo miden la distancia.
II
Hay que caminar sin saber a dónde,
quizá nos encuentren los pasos.
Atender todas las charlas:
la voz que nos enamore
podría estar cerca.
Hay que cerrar con llave
la puerta que dejamos atrás,
abrir los brazos, las manos;
no malgastar el instante
en la suicida urgencia:
la muerte nos alcanzará
aquí o en otra parte
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