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21 de marzo de 2014

Carambola de tres bandas

La reciente detención de Manuel Plancarte Gaspar, presunto sobrino de Enrique Plancarte, uno de los líderes de Los Caballeros Templarios, realizada en una casa de seguridad ubicada en el municipio de Tarímbaro, dejó al descubierto lo que bien puede ser otra de las múltiples actividades delictivas de este grupo criminal, el tráfico de órganos. Lamentablemente, las autoridades, quizá por tratarse de una de las líneas de investigación no han dado más detalles de este caso, y sólo trascendió en los medios que habían encontrado equipo médico para la extracción de órganos de sus víctimas, presumiblemente niños. En este tenor y haciendo una vista panorámica del tema, la detención de esta persona resulta ser una carambola de tres bandas.

1. Otra cara del negocio

Aunque Michoacán no ha sido escenario de masacres (que la opinión pública sepa) como la de los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, o los cúmulos de cadáveres como los que han aparecido en Veracruz o Guadalajara, si tales señalamientos son acertados, estamos ante un grupo criminal cuya peligrosidad se ha disimulado, pues su capacidad de violentar a la sociedad va más allá de los ajustes de cuentas, los levantones, los secuestros o los enfrentamientos. Pero ahí no para la cosa ya que, de ser cierto, las autoridades tendrían que investigar más a fondo porque si se habla de tráfico de órganos, se vuelve necesario hablar de una red bien estructurada y encubierta para tal fin, ya que, lo sabemos, los órganos humanos, a diferencia de la droga o la fayuca, deben recibir un trato adecuado en su extracción, transportación y trasplante. Si estamos frente a este delito, las autoridades federales (esto ya no compete a las estatales) han de esclarecer de dónde sacan a sus víctimas, quiénes son los médicos involucrados, quién compra esos órganos, hacia dónde los llevan, quién los transporta que pueda hacerlo con rapidez, seguridad y eficiencia para no estropearlos; también es necesario preguntar cuánto dinero deja esta actividad, dónde se hacen los trasplantes y toda una serie de interrogantes que surgen ante tales señalamientos de los que, insisto, la autoridad no ha mostrado mayores evidencias. Pero la cuestión básica en este caso es saber dónde están los cadáveres de estas personas, en qué fosa clandestina los enterraron o dónde los pozolearon, lo cual es primordial para su identificación a fin de cotejar la información con la existente en los bancos de datos de personas desaparecidas, tanto gubernamentales como de diversas organizaciones que buscan hacer justicia a las víctimas de secuestro y desaparición forzada.

2. Canibalismo ritual

Pero ahí no para la cosa. Las autoridades han manejado, basándose en testimonios y acusaciones, que Nazario Moreno utilizaba órganos humanos, especialmente corazones, en las ceremonias de iniciación del grupo que comandaba, durante las cuales, él y los demás participantes del ritual los comían. Aunque resulte grotesco no suena descabellado, me explico: El Cártel de Sinaloa, por ejemplo, basa su poderío en una estructura empresarial con una red de prestanombres que mueven los cuantiosos recursos haciendo inversiones en paraísos fiscales a fin de lavar el dinero proveniente del narcotráfico; para ello también han recurrido a casas de cambio, casas de empeño, ranchos productores de ganado y lácteos; vaya, es un cártel empresarial. Los Zetas, por su parte, tienen una estructura militarizada, con sus estacas (pequeños comandos), mandos medios y superiores, incluso su diestra, que son lugares de adiestramiento en tácticas militares para los mejores elementos que no cuenten con esa formación, y esa estructura, al ser un grupo fundado por soldados de élite, es bastante lógica. Pero Los Caballeros Templarios manejaron toda una mística fundacional basada en la hermandad entre sus miembros, con código ético-religioso que regula su comportamiento, el juramento de cumplir y hacer cumplir las reglas, con una suerte de consejo que toma las decisiones más importantes y toda una parafernalia alusiva (según declaraciones de La Tuta), por un lado, a la figura histórica de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, y por el otro, a Nazario Moreno como fetiche religioso y de inspiración para este grupo.
Adolfo de Jesús Constanzo
Por lo anterior, aunque tétrico, el que El Chayo comiera corazones humanos no suena descabellado, y basta recordar el caso de Los Narcosatánicos, a finales de los 80, quienes sembraron el terror tanto en Matamoros como en la Ciudad de México al combinar narcotráfico, santería, satanismo, secuestro, mutilación de víctimas y judiciales corruptos: una auténtica bomba que estalló cuando al líder del grupo, el cubano Adolfo de Jesús Constanzo, alias El Padrino, se le ocurrió utilizar a alguien de raza blanca para el siguiente ritual, por lo que en Matamoros fue secuestrado el norteamericano Mark Kilroy, lo cual, al ser investigada la desaparición, propició que las pesquisas condujeran a este grupo criminal.

3. El asunto olvidado

La otra posibilidad que se abre a ser investigada por las autoridades es saber hasta qué punto el presunto rapto de personas, menores incluidos, para extraer órganos y venderlos, tiene que ver con la red de tráfico de menores con fines de explotación sexual que fue detectada en Morelia en diciembre del año pasado, y es que un negocio tan lucrativo como la trata de personas no pasa desapercibido para la delincuencia organizada que todo lo ve, todo lo oye y todo lo controla en el mundo del hampa y en el de la política, aunque parecen ser lo mismo. Lamentablemente, este tema al parecer ya fue olvidado tanto por las autoridades como por la opinión pública, que suele tener memoria de teflón.
Así pues, de ser cierto eso del tráfico de órganos, las autoridades tienen mucho, muchísimo trabajo que hacer dado que estamos frente a crímenes de alto impacto social que vienen a desgarrar más el ya de por sí destrozado tejido social. Pero si no es verdad o el asunto es olvidado por el gobierno, significará que se está en una franca cacería de brujas en la que a los culpables de un delito se les imputarán dos o tres más para vaciar el archivo de averiguaciones previas rezagadas. Así, mientras son peras o son manzanas, la sociedad está cada vez más apesadumbrada y cansada de la impunidad con que operan los delincuentes, ya que aun cuando el gobierno les ha asestado algunos golpes, no dejan de ser mediáticos.

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