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4 de abril de 2014

Las nuevas religiones

En la semana, durante una charla con Francisco Valenzuela, director de Revesonline.com, surgió el tema de las nuevas religiones y los temas virales que no hay que tocar, a menos que sea desde lo políticamente correcto. El asunto me estuvo dando vueltas, así que me puse a investigar sobre estos cultos postmodernos, pero a medida que me enteraba, más se reforzaba mi negativa a alienarme a cualquiera de ellos.
La sociedad actual, tan bombardeada de información y tan inmersa en el individualismo, en muchas ocasiones necesita alicientes que ayuden a las personas a lidiar con ese sentimiento de orfandad espiritual tan propio de las sociedades occidentales, sobre todo en el sector más joven de la población. Ese sentimiento ha provocado que ciertas tendencias de pensamiento y de costumbres se hayan vuelto, en mayor o menor medida, nuevos cultos o religiones contemporáneas basadas en el tributo a la superioridad moral sobre los demás. El amor a la bicicleta, el veganismo, el sensocentrismo, los antitaurinos, la igualdad animal y demás tendencias, aunque buenas en principio y loables, llega un momento en que sus adeptos se suscriben a ellas por la vanidad de sentirse superiores a los demás en términos morales: autocomplacencia.
A quienes manejamos automóvil, es común que los amantes de la bicicleta nos vean con cierto resentimiento pues estamos ensuciando su planeta, contaminando su ciudad e invadiendo sus carriles; pero nosotros, los automovilistas, no podemos verlos feo porque a final de cuentas no somos más que esclavos del coche que no tenemos conciencia ecológica ni cuidamos nuestra salud, somos unos trogloditas motorizados a quienes hay que educar y concientizar para que dejemos el coche, compremos una bici y atravesemos la ciudad para ir a trabajar o a la escuela, lo cual, en cualquier urbe mexicana, no es precisamente lo más seguro.
Al veganismo, con todo y que tiene un sustento teórico bastante sólido y una serie de valores de cuidado a la salud y al ambiente, así como respeto a todas las formas de vida y demás aspectos, le ocurre lo que a los partidos políticos: en principio es bueno, lo malo está en su militancia. Lo anterior se debe a que en el veganismo no se trata sólo de dejar de comer carne para no estar gordo, se trata de detener la explotación a cualquier animal con el fin que sea, y es por eso que dejan de consumir, vestir o utilizar para otros fines cualquier producto de origen animal, y esa postura sustenta toda una forma de vida. Hasta aquí vamos bien, lo malo es cuando el vegano de pose va por el mundo insultando a todo aquel que no tiene su estilo de vida, que come carne, que quizá le gusta la tauromaquia; el vegano de pose, con todo y su amor a la naturaleza, es un ser intolerante -incluso agresivo- hacia quienes no piensan o viven como él, vaya contradicción.
El sensocentrismo, por poner otro ejemplo, es una forma de pensamiento basada en la idea de que cualquier organismo capaz de sentir merece ser considerado y respetado, y eso incluye a los animales, pero se supone que también involucra a las plantas (siguiendo con este orden de ideas bastante románticas), las cuales, se supone, sufren al ver arrancados sus frutos, entonces ¿por qué lo hacen?, y pregunto porque es una de las bases ideológicas del veganismo.
De los antitaurinos ya ni hablamos, sus posturas no me merecen el más mínimo aprecio porque siempre son los dos o tres argumentos socarrones de siempre; es gente que se subió al tándem (para no contaminar, of course) de lo políticamente correcto y pide la abolición de una actividad milenaria, no porque la entienda y vea lo malo en ella, sino porque hay que estar a tono con las nuevas tendencias religiosas del siglo XXI. El asunto es que si consiguen que se prohíba la tauromaquia, condenarán a la extinción a una raza bovina criada para este fin, acabando con muchas fuentes de empleo directa o indirectamente generadas en las ganaderías y en las plazas de toros y, en países como España o México, el horno no está para bollos en materia laboral.
Otro culto postmoderno es el propagado por la organización Igualdad Animal (www.igualdadanimal.org),
que tiene presencia en diferentes países europeos y en Venezuela. Lo que este grupo plantea es que ha de detenerse la explotación de los animales con fines alimenticios, recreativos y para vestimenta, además de la experimentación científica; es así que han incursionado en granjas para liberar cerdos y gallinas que, ¡oh, Dios mío!, estaban siendo engordados para consumo humano, vaya aberración. Pero también han tomado por asalto plazas de toros de toda España, se han encadenado en los rastros para evitar que los pobres cerditos acaben en los platos de desalmadas familias que, sin escrúpulo alguno, comen carne, violando así los derechos de los animales. Su sustento “teórico” es la lucha contra el especismo, entendido éste como la egoísta actitud humana de poner nuestros intereses muy por encima de los intereses de los animales, simplemente porque podemos hacerlo. Claro que algo que esta organización no ha sabido exponer es cuáles son los intereses de los animales ya que las vacas y los cerdos no han difundido manifiesto alguno; y es que, por más que lo intento, no logro entender cómo se puede establecer una relación humana con un animal dado que, aunque cuido y atiendo a las mascotas de mi casa, incluso tomándoles cierto cariño, no dejan de ser animales; por lo tanto, no podría relacionarme con estos como me relaciono con mis amigos y mi familia, con quienes hay una interacción de otro orden, el humano.
Todas estas son posturas respetables pero mal sustentadas algunas de ellas, y es por eso que muchos de sus adeptos y fanáticos caen en serias contradicciones, como pretender rescatar a un toro para que no muera pero celebrar cuando un tortero es herido de muerte durante la faena, un baño de sangre que los llena de éxtasis.

En fin, todos necesitamos creer en algo, está en nuestra naturaleza, pero considero que hay temas más urgentes a nivel global, pero también en lo local, en nuestro entorno inmediato; no podemos ir por el mundo diciéndole a la gente qué comer para estar en sincronía con el planeta si hay familias donde lo único que se sincroniza es el hambre con la miseria, no es justo velar por los intereses y derechos de los animales cuando los derechos humanos son constantemente pisoteados, no podemos desgarrarnos las vestiduras cuando se vende un animal en el Zoológico si allá afuera hay redes de trata de personas y prostitución infantil operando en total impunidad. Cierto, hay muchos problemas, pero empecemos por los más urgentes y luego nos ponemos a la moda ideológica.

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