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22 de junio de 2007

Nomás un puño de tierra

El martes 19 de junio a las 11:45 de la noche, los noticieros nacionales difundieron la noticia: Antonio Aguilar ha fallecido. A sus 88 años de edad y tras una lucha de dos semanas contra la neumonía, el Charro de México dejó una herencia musical y fílmica que ya forman parte del conciente colectivo y la identidad del México popular, ese al que durante cinco décadas cantó y que, un día después de su muerte, a las afueras de la Basílica de Guadalupe durante la misa cuerpo presente, ahora entona para él la que fuera una de sus canciones más representativas: Un puño de tierra.

Pascual Antonio Aguilar Barraza nació el 17 de mayo de 1919 en Villanueva, Zacatecas, de donde partió entrada la década de los 40 hacia los Estados Unidos, específicamente a Hollywood, lugar en el que durante varios años estudió canto y arte dramático para más tarde dirigirse a la Ciudad de México, donde estudió ópera.

A principios de los 50 y a la par de sus inicios como cantante, incursionaba en el cine con pequeños papeles y participaciones como extra. Fue en 1952 cuando interpretó su primer papel importante en El casto Suzano. En 1956 obtuvo un papel estelar en Tierra de hombres bajo la dirección de Ismael Rodríguez (culpable, entre otras cosas, de Nosotros los pobres y Ustedes los ricos).

A partir de ese momento, su carrera musical y actoral iría en ascenso hasta ser el intérprete de canciones tan representativas de la música ranchera como: La chancla, Y ándale, Albur de amor, Cuatro meses, Tristes recuerdos, Un puño de tierra, El charro Ponciano, La cruda, Lamberto Quintero, Gabino Barrera, Una aventura y muchas más que sería tardado mencionar en su totalidad. En cuanto a su carrera cinematográfica, Antonio Aguilar actuó (y muchas veces produjo) en importantes películas de la filmografía nacional: Gabino Barrera, Soy el hijo del gallero, El Moro de Cumpas, Caballo prieto azabache, En mi viejo San Juan (donde hace un soberbia interpretación de la canción que popularizara Javier Solís). En la carrera fílmica del Charro de México, dos cintas merecen mención aparte: Ahora soy rico, estelarizada por Pedro Infante como secuela de Rinconcito en el cielo (una de las pocas películas que, lo confieso, me han hecho llorar) y Emiliano Zapata, considerada por muchos críticos la interpretación de Antonio Aguilar como la mejor que del Atila del Sur se ha hecho (ni qué decir del churrazo de Arau con Alex Fernández, sabemos que es una mentada de madre y a ese Zapata-Caballero del Zodiaco ni el más ingenuo se lo cree).

México ha perdido a un icono de la cultura popular, un hombre que en sus filmes, material discográfico y espectáculos ecuestres se supo ganar la admiración de quienes ahora lo despedimos y honramos. El Charro de México ha muerto pero permanece un legado de más de 160 películas y alrededor de 170 discos, Antonio Aguilar se ha ido y por ello lo despedimos con la canción más adecuada para estos momentos:

El día que yo me muera

no voy a llevarme nada

hay darle gusto al gusto

la vida pronto se acaba

lo que pasó en este mundo

nomás los recuerdos quedan

ya muerto voy a llevarme

nomás un puño de tierra

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