I
La tarde es un barco a la deriva
en las aguas de la espera.
Podría tan sólo irme
o sentarme en una banca
hasta que tu andar me hable.
Pero qué hago con mis manos,
dónde guardo la lluvia,
qué cajón del escritorio
podría contener
este enjambre de palabras.
¿Sería la calma
un baúl lo bastante grande?
II
Si tu viento me atrae
a la playa de tus ojos,
te regalo un Blues extraviado
y mis manos temblorosas
para arroparte por las noches.
III
Lo que no decimos
se hace humo en los labios,
cada línea de las manos
es una caricia muerta,
los instantes emigran
a las tierras cálidas.
Cerramos los ojos
con la esperanza de morir
antes de abrirlos.
La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir. Camilo José Cela
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18 de octubre de 2006
Blues
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