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17 de enero de 2014

La debilidad del Estado

Sin duda alguna Michoacán está en la crisis más severa por la que ha atravesado quizá en toda su historia, es un hecho del que todos nos damos cuenta aunque haya quienes fingen no entender la magnitud del problema. Lo que actualmente se vive en el estado es una bomba de tiempo cuyo cronómetro se encendió durante la administración de Lázaro Cárdenas Batel, pues ya desde aquel entonces se hablaba de grupos al margen de la ley que ganaban terreno en algunas esferas de la vida política de la entidad. Con Leonel Godoy el escenario no cambió para bien, pues mientras la Federación hacía sus ilusorios esfuerzos por combatir al crimen organizado, la realidad se imponía con trágicos argumentos. Es así que esta bomba de tiempo al parecer le está tronando a Fausto Vallejo y la onda expansiva rebasa no sólo al gobierno estatal, sino al mismo Estado mexicano.
El problema de fondo en esta situación no está en el crimen organizado o en los grupos de autodefensa, ese fenómeno es únicamente un síntoma de la enfermedad, una tos en medio de la pulmonía. El problema de fondo está en la debilidad que con los años se ha ido acentuando en las estructuras gubernamentales por diversos factores. Rememoremos un poco.
Al Capone
En Estados Unidos, a partir de la década de los 20, entre la prohibición del alcohol y la recesión económica la mafia italiana aprovechó la coyuntura para hacer prósperos negocios mediante el contrabando de licor, lo que dio origen a algunos de los imperios criminales más poderosos de nuestro ilustre país vecino, los cuales también ofrecían “protección” (de ellos mismos, claro está) a los comerciantes establecidos en sus áreas de influencia, pero también comenzaron a controlar el flujo de apuestas, la prostitución y todo cuanto se comercializara en el mercado negro. Pero para conseguirlo tuvieron que incluir en su juego a jueces y policías que de otra forma hubieran estorbado a sus intereses, de tal manera que mediante sobornos o amenazas fueron consiguiendo favores políticos que les permitían mantener sus operaciones, tiempo después diversificadas hacia los sindicatos porque entendieron que controlando los gremios, podían amagar a los empresarios con huelgas si no accedían a sus exigencias.
Hasta ahí se trataba de negocios vistos como inofensivos, pues no tenían mayor impacto social, pero durante la guerra de Vietnam, al tener Estados Unidos una gran cantidad de soldados que por diversas razones se habían vuelto adictos a más de alguna droga proporcionada por el mismo gobierno en los frentes de batalla, los miembros de la mafia vieron una gran oportunidad de mercado en el comercio de estupefacientes, y fue aquí donde entró México al escenario con la producción de mariguana y goma (heroína) para el trasiego hacia Estados Unidos. En este punto el gobierno norteamericano, a través de la CIA, coadyuvaba en el tráfico de enervantes a cambio de que los capos latinoamericanos, sobre todo mexicanos y colombianos, hicieran aportaciones económicas a diversos grupos como la contra nicaragüense, cuyo fin era combatir al Frente Sandinista de Liberación Nacional, pues a los intereses de Estados Unidos no convenía la presencia de grupos comunistas en América Latina. Así pues, el poder y las grandes fortunas de Amado Carrillo o de Pablo Escobar son incomprensibles sin la CIA como factor determinante.
“México, tan lejos del cielo y tan cerca de Estados Unidos”, dicen que decía Porfirio Díaz y no es para menos, pues si hago este breve recuento es porque el crimen organizado en nuestro país no se puede entender sin la influencia del vecino del norte, en tanto que es el principal destino de la droga que se produce o que pasa por nuestro territorio, y además constituye el principal proveedor de armas que los grupos delictivos utilizan en la República Mexicana.
Amado Carrillo
En México, por otro lado, históricamente ha habido poblados o regiones enteras, sobre todo en Sinaloa, Durango, Guerrero, Michoacán y otros estados donde la única vía para obtener ingresos es la producción de estupefacientes o el tráfico de estos; entonces mucha gente desde la infancia sabe que en su camino sólo habrá dos alternativas: entrar al narcotráfico en cualquiera de sus facetas o morir de hambre, la decisión es obvia, más si no se conoce otra realidad.
Pero igual que en el caso de la mafia italiana en Estados Unidos, el crimen organizado en México necesitaba la protección de las autoridades en turno, es por eso que desde sus inicios, los grupos de narcotraficantes comenzaron a crear a su alrededor redes de complicidad y corrupción con policías, militares, gobernadores, presidentes municipales y secretarios de Estado a quienes siempre se han destinado enormes cañonazos de dinero a cambio de encubrimiento, información y seguridad para sus operaciones. Ese fenómeno trajo consigo el debilitamiento de las instituciones como garantes de la seguridad, la legalidad y la procuración de justicia.
Desde la época dorada de capos como Caro Quintero, Ernesto Fonseca y Amado Carrillo, el crecimiento de la corrupción ha sido desmesurado, de tal manera que es inversamente proporcional a la solidez de las instituciones, tan es así que en la actualidad el Estado mexicano se ha visto rebasado por los poderes fácticos, y no hablo sólo de la delincuencia organizada como siempre la asumimos, sino por la otra delincuencia organizada que son las cúpulas políticas del poder y los grandes consocios nacionales y extranjeros que han hecho del gobierno su marioneta desde el arribo de la tecnocracia con Miguel de la Madrid.

Es por eso que a Fausto Vallejo, aunque es el gobernador del estado, no podemos exigirle un remedio a corto plazo a la situación que se vive en la entidad dado que tales circunstancias son consecuencia de la histórica debilidad gubernamental y de la falta de oportunidades de desarrollo y progreso que padece la ciudadanía. Tampoco podemos soñar y esperar resultados de la Federación, pues desde hace décadas el gobierno de la República ha tenido enquistada en su estructura a la delincuencia organizada, y mientras no tengamos un presidente capaz, decidido, patriota y rodeado de funcionarios honestos y competentes en todo el aparato gubernamental, los problemas de esta naturaleza seguirán. Y así como para el calderonismo el talón de Aquiles estuvo entre Chihuahua y Tamaulipas, y para Peña es la Tierra Caliente de Michoacán, para los siguientes gobernantes pueden ser otras regiones, otros estados, y el país seguirá cayéndose a pedazos mientras los grandes empresarios (lícitos e ilícitos) seguirán repartiéndose el botín.

12 de enero de 2014

Detrás de nosotros

Hace 20 años México y el mundo se conmocionaron con la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 1º de enero de 1994, en el estado de Chiapas, y hablo de la entidad porque no fue un movimiento privativo de San Cristóbal de las Casas, sino que en él estaban representadas todas las etnias de aquel estado. No me ocuparé de los pormenores de esa lucha que inició mucho antes porque otros, quizá más sapientes y experimentados que yo, ya lo habrán hecho. Más bien escudriño en mis libreros y saco de entre mi pequeño acervo un libro que fue mi regalo de cumpleaños en el año 2000. En la portada de color verde y entre hojas de alguna planta se lee el título Detrás de nosotros estamos ustedes, autoría del subcomandante Marcos, editado ese año por Plaza Janés y con prólogo de Eduardo Galeano.
Detrás de nosotros estamos ustedes es un compendio de comunicados, cartas y discursos de Marcos a manera de crónica del zapatismo, el encuentro con la pobreza, los posicionamientos políticos, las simpatías con intelectuales como Carlos Monsiváis o movimientos sociales, la masacre de Acteal perpetrada por un comando paramilitar el 22 de diciembre de 1997. En fin, este libro nos permite un acercamiento a un Marcos político -que siempre lo ha sido- y al líder guerrillero dueño de una prosa poética si hay tiempo para ello, dura si es necesario y siempre en busca de diálogo. Pero también nos permite asomarnos al Marcos que pese al papel protagónico que jugó, tuvo la humildad para ser subcomandante, pues el grado de comandante fue y ha sido para los indígenas a los que el EZLN dio una voz acallada durante siglos de opresión, miseria, hambre y marginación; los ignorados, los esclavizados, los pequeños que juntos se volvieron grandes, los que mediante la lucha zapatista dijeron “aquí estamos, no nos hemos ido, no hemos muerto y aquí seguiremos”.
Entre los comunicados y discursos formales de Marcos, en este libro podemos conocer a dos heterónimos del líder guerrillero: Durito y El Viejo Antonio. El primero, un escarabajo, hace las veces de Pepe Grillo del subcomandante, es el que ha viajado y departido, por ejemplo, con José Saramago y Joaquín Sabina; el que azuza a Marcos para tener más arrojo, el que lo regaña si es necesario, el que lo mismo es pirata que caballero andante. Este personaje representa la voz de los pequeños que no se doblegan, esos que mediante la lucha ponen a temblar las más sólidas estructuras del neoliberalismo.
“El tiempo está a favor de los pequeños”, dice la canción de Silvio Rodríguez y Don Durito de la Lacandona lo sabe y lo pone de manifiesto. Es por eso que este escarabajo encarna también la voz de la otredad en el discurso de Marcos, porque los otros, al mirarnos, nos ven como otros siendo ellos un nosotros y nosotros hacemos otro tanto, pero a final de cuentas las diferencias no son tantas si reconocemos que aquí y allá somos lo mismo, somos humanos, ciudadanos del mundo sin importar el color, la lengua o el poder adquisitivo, pero los otros nos diferencian y nosotros les hacemos lo mismo porque no reconocemos que en la otredad también debe haber diálogo y equidad.
Siendo un pirata, Durito representa el afán combativo que permite enfrentarse al sistema para cimbrar la pirámide del poder, y eso se debe a que este personaje tiene la audacia, la valentía y la belicosidad para ir al abordaje y emprender cualquier conquista. En su otra faceta, cual Quijote de La Mancha es un deshacedor de entuertos, un valiente guerrero que con romanticismo defiende a los indefensos, libera a los cautivos y lucha por los más altos valores de la justicia como se estila en la andante caballería. Visto desde un punto de vista literario, este heterónimo creado por Marcos da un toque de antisolemnidad a lo que el guerrillero escribe en tanto que constituye un cambio de aliento que viene a romper un poco con la tensión que priva entre los posicionamientos políticos y la controversia que estos hayan podido provocar en su momento.
El otro interlocutor de Marcos, El Viejo Antonio es, podría decirse, diametralmente opuesto a Durito porque encarna la voz de los pueblos originarios que se manifiesta en su cosmovisión, dado que las palabras de este hombre de la Selva Lacandona llevan la sabiduría vertida en el Popol Vuh sobre el origen del mundo, de los hombres y de algunos de sus vicios y virtudes. Hombre paciente que sabe escuchar a la noche, la lluvia y a la ceiba, sirve a Marcos para expresar la compenetración de los indígenas con su entorno natural, que es la base del social, y no como en nuestras sociedades supuestamente civilizadas, en las que la sobrevivencia del entorno natural depende del entorno social. Un ejemplo de ello es el proyecto del Libramiento Sur, el cual implica afectar severamente un pulmón de la ciudad simple y sencillamente porque muchas personas de aquel lado de Morelia necesitan un acceso rápido, cuando la relación de valor debería ser a la inversa.
El Viejo Antonio, en términos políticos, ha representado en Marcos la capacidad para escuchar a los otros para entonces mandar sus señales a fin de entablar un diálogo más eficiente con la sociedad, pues así como a la selva no podemos imponerle una infraestructura que la dañe si es que deseamos conservarla, a los demás no podemos imponerles nuestras reglas pues aquello ya no será diálogo, será más bien confrontación y sometimiento del más fuerte al más débil, y el zapatismo jamás ha pugnado por ello.

La importancia de Detrás de nosotros estamos ustedes y de otros materiales bibliográficos de esta naturaleza estriba, como lo decía más arriba, en que constituyen la bitácora y crónica del zapatismo, un movimiento que tomó las armas con las ganas de no usarlas, armas que, como diría Marcos, no quieren ser disparadas porque el EZLN ha sido ante todo un movimiento social y político que busca la dignidad, el respeto y la memoria, no para arribar al poder destronando al gobierno ya que el oprimido, cuando detenta el poder, no tarda en corromperse para terminar siendo opresor. No, el EZLN ha sido liberador pero no en el plano bélico, sino que ha sido de liberación de conciencias, pues antes del 1º de enero de 1994 la palabra “indígena” se asumía como un insulto y ahora, 20 años después, es un rasgo de identidad de los pueblos originarios que, no obstante los logros del zapatismo, siguen requiriendo de la lucha de ellos que es de todos para alcanzar la justicia, la equidad y la posibilidad de un mejor futuro.

Celebremos pues 20 años del zapatismo contemporáneo en el plano público, pero hagámoslo enarbolando los ideales básicos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: democracia, libertad y justicia.


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Clan Amaral

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