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26 de marzo de 2012

Vespertino lluvioso

I
La oscuridad de las calles
se alimenta del miedo
a morir diluido
en cualquier alcantarilla.

Cae la tarde y con ella
la zozobra y el temor
de ser un cero más
en las cifras del sexenio.

II
Llueve,
pero qué te extraña
si siempre ha llovido,
si siempre nos ha llovido,
si desde que nacimos
el cielo se ha ensañado
con nuestros anhelos.

Para los herederos
De de mil novecientos diez
sólo fuimos un rebaño
fácil de complacer,
alienar y sacrificar.

Qué les extraña
a los Sicilia/Le Barón
si estos doce años
sólo hemos sido
ganado humanar,
cifras macroeconómicas
y carne de cañón.

III
La tarde se despide
con el frío de la lluvia.
El café se abarrota
de hipsters cerveceros,
freak show de vanidades:
mucha pose y poco arte,
mucha mota y poco rock.

Y qué le vamos a hacer.
Los anteriores al 19-85
no éramos tan pendejos…
o quizá lo éramos
pero nos vestíamos mejor
y nos desnudábamos despacio.

Ningún pasado fue mejor
pero el presente es insulso
y el futuro poco alentador.

IV
La noche
cae en aguacero.
La calle y sus peatones
yacen empapados.
Eso es lo visto.
Pero no sabemos
cuántas adolescentes
quedan embarazadas
a salvo de la lluvia,
imposible adivinar
si en el cinito porno
alguien se descubre
a través del anciano
que se la quiere chupar
o si la puta de la escuela
echa espuma por la boca
en un fallido intento
de recuperar la sobriedad.

Las recámaras ocultas
en este laberinto
esconden mil secretos
que desde la calle no se ven.

V
La tarde se anochece
y la lluvia se detiene.
Demasiadas lágrimas
inundan la ciudad.

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Clan Amaral

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