aquí en el infierno de la ciudad.
Pancho Madrigal, Jacinto Cenobio
En Guadalajara es San Juan de Dios, en el DF. están regados por diversos puntos de la ciudad. En Morelia, en tanto que ciudad con aspiraciones a urbe cosmopolita, es fácil de ubicar: de la Plaza de San Francisco (sólo el ayuntamiento le llama “Valladolid”) pasando por Capuchinas y hasta el Mercado Independencia, el viandante experimentará el Corredor Paisa.
Recuerdo ese lugar cuando estaba atiborrado de puestos fijos, semifijos e improvisados; claro, estamos hablando de la época en que los casetes grabados eran un negocio redituable pues el quemador de CD aún no era una tecnología tan doméstica. Ahora, aunque los puestos ya no están, esa ruta sigue siendo un escaparate para quienes llegan de municipios y poblados cercanos a Morelia. Así, en el Corredor Paisa (lo digo con orgullo, soy de Copándaro) convergen los estereotipos que el citadino común tiene del pueblerino que viene a la ciudad: el hombre que viene a comprar botas, sombreros y herramientas de trabajo agrícola; la mujer que va al mercado a comprar hierbas de olor, especias y ropa; el muchacho que cree que Morelia está llena de cholos o que con orgullo porta su sombrero (lo cual aplaudo); la chica que piensa que venir a Morelia implica vestirse para matar, el niño norteado que se aferra a la mano de su mamá pues le horroriza la idea de perderse (yo era uno de esos), etc.
En el corredor Paisa uno puede encontrar muebles, electrodomésticos, ropa de temporada, zapatos, uniformes, útiles escolares, medicina, productos naturistas, sombreros de todos precios y estilos, herramientas, chácharas para que la muchachas se embellezcan, tangas de quince pesos, utensilios de cocina, discos piratas, DVD’s clonados y en VCD, gazpachos, tortas y tacos, paletas de hielo, albañiles que saben tirar verbo, pegamento Simi-Loka de cuatro tubitos por diez pesos. Todo a buen precio y original, todo al alcance de nuestro bolsillo tercermundista.
Si usted, insigne moreliano por adopción, es originario de un pueblo cercano a Morelia y de repente le invade la nostalgia,