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12 de julio de 2007

Diapositivas


1. Llamada fugitiva

Las cortinas se abren y al otro lado sólo hay un teléfono antiguo sonando a mitad de la calle. Salgo para verlo de cerca pero, apenas siente mis pasos, emprende la huida sin dejar de sonar.

Dos minutos después, una mujer se me acerca por el rumbo opuesto al del teléfono. Jadeante, me pregunta si he visto una llamada que parezca perdida; puesto que odio los jadeos, de la manera más cortante posible (ella es linda) le respondo que no. Al escuchar mi respuesta, la mujer rompe en llanto. A veces, las llamadas perdidas duelen.

2. Llanto fortuito

La misma mujer, una vez superada la pérdida de la llamada y su consiguiente estado depresivo, va a un mercado negro. Mientras regatea por una calza para la mesa, escucha un timbre telefónico. Lo busca, lo encuentra y levanta el auricular. Su semblante se nubla, llora a cántaros. Hay llamadas que, una vez perdidas, más valdría no encontrar.

3. En un bazar

Un vendedor de cachivaches, al ver cómo llora una mujer, solícito le extiende un pañuelo floreado, ella lo usa y él se lo pide de vuelta. No es compasivo ni filántropo, mucho menos caballeroso; es un buen comerciante que sabe cómo adquirir mercancía exótica.

Para que sus inútiles y feas cosas puedan ser compradas por gente con más poder adquisitivo, decide mudarse de vecindario y ponerle a su local el mote de “galería”.

4. Relativamente

Un hombre, asiduo visitante de las galerías, ha comprado un pañuelo exótico y un teléfono antiguo que nunca deja de sonar. Al primero lo coloca en una vitrina y al segundo en un pedestal en la sala de su casa. Ha sido seriamente advertido por el anticuario sobre la naturaleza de ambos objetos y atendiendo a ello, contrata una mucama cuya única labor será cuidar los dos artículos. No está loco, sus millones ya lo ubican en la categoría de excéntrico.

5. La mano que cuida las cosas

Una mujer dedicada al servicio doméstico, es enjuiciada por daños en propiedad ajena. Su argumento: quemó el pañuelo y destrozó el teléfono antiguo a martillazos porque el primero le recordó el llanto y el segundo revivió en su memoria el sentimiento por el cual lloró. Al final, es llevada de vacaciones a una casa de huéspedes donde habitan personas de ideas peculiares.

6. Pacto

En casa, mi esposa manda pero es justa. Nuestros hijos y yo tenemos prohibido cualquier contacto vía telefónica dentro y fuera del hogar; además, cuando nos resfriamos sólo podemos utilizar papel periódico para sonarnos la nariz. A cambio de eso, podemos darle pamba cada vez que jadea. La nariz se nos irrita hasta sangrar y el contacto con la demás gente es algo complicado pero no quiero que vuelva a la casa de huéspedes donde, dicen, se llora mucho.

1 comentario:

  1. me gustan tus descripciones oníricas de teléfonos en medio de la calle. Mucha suerte!

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Jorge te escucha, habla con él

Desde el 12 de marzo de 2009, eres el visitante número...

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