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2 de junio de 2014

El Mundial como distractor



Se viene el Mundial y el consejo del mal, disfrazado de Congreso de la Unión, ha determinado discutir algunas reformas durante la justa mundialista, sobre todo en los días que la Selección Mexicana jugará, tétrico ¿no? Al menos ese sospechosismo se ha difundido mucho en los últimos días, atribuyendo tal determinación al afán de utilizar a Brasil 2014 como distractor para que la sociedad no salga a protestar; así, mientras los mexicanos están frente al televisor, los legisladores comprometen el futuro de la nación para que al despertar del sueño mundialista -que seguramente será breve- nos topemos con un país de cabeza, y entonces, aunque nos preguntemos ¿qué pasó?, tendremos que sujetarnos al nuevo orden planteado por Enrique Peña Nieto y sus secuaces en las secretarías de Estado y en el Poder Legislativo. Ni que fuera para tanto y explico por qué.
  Yo me pregunto ¿qué tanto influirá que haya o no Mundial o que las reformas que dicen que México necesita se discutan durante los partidos? Los chairos más radicales dicen que de esta forma nadie se va a enterar ya que el “vulgo futbolero” estará absorto en el desempeño del Tri pero, ¿en verdad es así?; no lo creo, no considero que la transmisión de los partidos le quite al Canal del Congreso el apabullante rating que siempre tiene porque simple y sencillamente, tanto éste como el Canal Judicial, sólo son vistos por analistas, políticos y estudiantes de licenciatura y posgrado, no así por el grueso de la población, y mucho menos por aquellos que no tenemos televisión de paga en nuestros domicilios, y como en los bares no ofrecen promociones especiales durante los periodos extraordinarios de sesiones ni los mexicanos tenemos la costumbre de organizar una carne asada para ver las discusiones legislativas en compañía de los compadres, el hecho de que esté o no el Mundial no influye en casi nada, salvo por los legisladores que, muy a su modo, decidan no asistir a la Cámara para ver los partidos o, más a su manera, hacer proselitismo en sus distritos.
  Admito que antes yo era uno de esos chairos que ven a los futbolistas y aficionados como una horda de incivilizados, y no es que ahora me guste el futbol, sino que he podido ver que el país tiene tantos problemas y la población tantas preocupaciones, que necesita algo para entretenerse y divertirse. Violencia, crimen organizado, gobiernos ineptos, políticos corruptos, carestía, salarios paupérrimos, desempleo, impuestos excesivos, marchas, bloqueos, normalistas, injusticia social, bajos índices de crecimiento económico, gasolinazos y muchos más problemas son con los que debemos lidiar todos los días, unos en mayor medida que otros pero que ahí están, como para todavía ser tachados de ignorantes e incurrir en irresponsabilidad social por ver un partido de futbol entre equipos que no se encuentran todos los días. Además el hecho de ser aficionado a cualquier deporte no tiene nada que ver con la inteligencia ni mucho menos, es una afición y ya.
  Ahora supongamos que somos política y socialmente responsables y decimos no al Mundial, entonces estamos al pendiente del proceso legislativo, sintonizamos el Canal del Congreso y salimos a las calles a protestar contra el mal gobierno, ¿serviría de algo?, en lo más mínimo. Y es que el gobierno nos ha demostrado con gran eficiencia que la opinión pública y el descontento social son perfectamente pasables por el Arco del Triunfo, que no importa cuánto protestemos, siempre se pondrán de acuerdo (para fregarnos o no) y al final, aunque el pueblo esté que arde, ellos saldrán sonrientes y declarando que hubo consenso y diálogo a pesar de que nunca, ningún diputado preguntó a sus representados qué postura asumir en determinadas discusiones, y eso es porque a nuestros representantes populares no se les piden resultados en materia legislativa, se les solicitan apoyos y con eso los habitantes del distrito sienten que ya el diputado cumplió, aunque su labor legislativa haya sido opaca o de plano contraria a la voluntad pública.
  Hay que reconocer una cosa: el pueblo mexicano no es de los más politizados y por naturaleza somos de la idea de dejar que otros decidan para no tener nosotros esa responsabilidad ya que así, si algo sale mal, tranquilamente podemos lavarnos las manos. Entonces, atendiendo a esto, no es necesario que nos pongan distractores a la hora de discutir asuntos torales para la nación, basta con un buen dispositivo de seguridad que contenga a quienes sí se manifiesten, que lamentablemente siempre serán minoría, y listo, a legislar y aprobar lo que les conviene.
  Entonces no importa que haya o no “distractores”, no importa que algunos se inconformen y enfrenten a los cuerpos de seguridad, no importa que en Internet se emprendan campañas para invitar a los cibernautas a no ver el Mundial, al final el gobierno hace lo que quiere, los diputados legislan por consigna y nosotros somos perfectamente libres de ver lo que queramos en televisión o de plano apagar el aparato y hacer con nuestro espacio lo que deseemos. Yo en lo personal y en la medida de mi tiempo, quizá no vea partidos, pero probablemente no me pierda los reportajes de color o sobre la cultura del país sede, que es lo que más me gusta de las coberturas de eventos deportivos, y eso no significa que no esté al pendiente de las tropelías del Congreso o que mi dedo deje de estar extendido para el gobierno de la República y el partido del que emanó, sólo me estaré divirtiendo, como muchos millones de personas, con un espectáculo que sólo sucede cada cuatro años.

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