Se viene el Mundial
y el consejo del mal, disfrazado de
Congreso de la Unión, ha determinado discutir algunas reformas durante la justa
mundialista, sobre todo en los días que la Selección Mexicana jugará, tétrico
¿no? Al menos ese sospechosismo se ha difundido mucho en los últimos días,
atribuyendo tal determinación al afán de utilizar a Brasil 2014 como distractor
para que la sociedad no salga a protestar; así, mientras los mexicanos están
frente al televisor, los legisladores comprometen el futuro de la nación para
que al despertar del sueño mundialista -que seguramente será breve- nos topemos
con un país de cabeza, y entonces, aunque nos preguntemos ¿qué pasó?, tendremos
que sujetarnos al nuevo orden planteado por Enrique Peña Nieto y sus secuaces
en las secretarías de Estado y en el Poder Legislativo. Ni que fuera para tanto
y explico por qué.
Yo me pregunto ¿qué
tanto influirá que haya o no Mundial o que las reformas que dicen que México
necesita se discutan durante los partidos? Los chairos más radicales dicen que
de esta forma nadie se va a enterar ya que el “vulgo futbolero” estará absorto
en el desempeño del Tri pero, ¿en verdad es así?; no lo creo, no considero que
la transmisión de los partidos le quite al Canal
del Congreso el apabullante rating que siempre tiene porque simple y
sencillamente, tanto éste como el Canal
Judicial, sólo son vistos por analistas, políticos y estudiantes de
licenciatura y posgrado, no así por el grueso de la población, y mucho menos
por aquellos que no tenemos televisión de paga en nuestros domicilios, y como
en los bares no ofrecen promociones especiales durante los periodos
extraordinarios de sesiones ni los mexicanos tenemos la costumbre de organizar
una carne asada para ver las discusiones legislativas en compañía de los
compadres, el hecho de que esté o no el Mundial no influye en casi nada, salvo
por los legisladores que, muy a su modo, decidan no asistir a la Cámara para
ver los partidos o, más a su manera, hacer proselitismo en sus distritos.
Admito que antes yo
era uno de esos chairos que ven a los futbolistas y aficionados como una horda
de incivilizados, y no es que ahora me guste el futbol, sino que he podido ver
que el país tiene tantos problemas y la población tantas preocupaciones, que
necesita algo para entretenerse y divertirse. Violencia, crimen organizado,
gobiernos ineptos, políticos corruptos, carestía, salarios paupérrimos,
desempleo, impuestos excesivos, marchas, bloqueos, normalistas, injusticia
social, bajos índices de crecimiento económico, gasolinazos y muchos más problemas son con los que debemos lidiar
todos los días, unos en mayor medida que otros pero que ahí están, como para
todavía ser tachados de ignorantes e incurrir en irresponsabilidad social por
ver un partido de futbol entre equipos que no se encuentran todos los días.
Además el hecho de ser aficionado a cualquier deporte no tiene nada que ver con
la inteligencia ni mucho menos, es una afición y ya.
Ahora supongamos
que somos política y socialmente responsables y decimos no al Mundial, entonces
estamos al pendiente del proceso legislativo, sintonizamos el Canal del Congreso y salimos a las
calles a protestar contra el mal gobierno, ¿serviría de algo?, en lo más
mínimo. Y es que el gobierno nos ha demostrado con gran eficiencia que la
opinión pública y el descontento social son perfectamente pasables por el Arco
del Triunfo, que no importa cuánto protestemos, siempre se pondrán de acuerdo
(para fregarnos o no) y al final, aunque el pueblo esté que arde, ellos saldrán
sonrientes y declarando que hubo consenso y diálogo a pesar de que nunca,
ningún diputado preguntó a sus representados qué postura asumir en determinadas
discusiones, y eso es porque a nuestros representantes populares no se les
piden resultados en materia legislativa, se les solicitan apoyos y con eso los
habitantes del distrito sienten que ya el diputado cumplió, aunque su labor
legislativa haya sido opaca o de plano contraria a la voluntad pública.
Hay que reconocer
una cosa: el pueblo mexicano no es de los más politizados y por naturaleza
somos de la idea de dejar que otros decidan para no tener nosotros esa
responsabilidad ya que así, si algo sale mal, tranquilamente podemos lavarnos
las manos. Entonces, atendiendo a esto, no es necesario que nos pongan
distractores a la hora de discutir asuntos torales para la nación, basta con un
buen dispositivo de seguridad que contenga a quienes sí se manifiesten, que
lamentablemente siempre serán minoría, y listo, a legislar y aprobar lo que les
conviene.
Entonces no importa
que haya o no “distractores”, no importa que algunos se inconformen y enfrenten
a los cuerpos de seguridad, no importa que en Internet se emprendan campañas
para invitar a los cibernautas a no ver el Mundial, al final el gobierno hace
lo que quiere, los diputados legislan por consigna y nosotros somos
perfectamente libres de ver lo que queramos en televisión o de plano apagar el
aparato y hacer con nuestro espacio lo que deseemos. Yo en lo personal y en la
medida de mi tiempo, quizá no vea partidos, pero probablemente no me pierda los
reportajes de color o sobre la cultura del país sede, que es lo que más me
gusta de las coberturas de eventos deportivos, y eso no significa que no esté
al pendiente de las tropelías del Congreso o que mi dedo deje de estar
extendido para el gobierno de la República y el partido del que emanó, sólo me
estaré divirtiendo, como muchos millones de personas, con un espectáculo que
sólo sucede cada cuatro años.
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