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14 de marzo de 2014

Agua turbia

Autodefensas Unidas de Colombia
La experiencia colombiana con los grupos de autodefensa debió servir al gobierno de la República para prever y evitar las consecuencias que un fenómeno similar podía tener en Michoacán, las implicaciones de ello ahí están y son cada vez más difíciles de sortear. Es por eso que, más que el caso Oceanografía, la cuestionada aprehensión de Joaquín Guzmán Loera, los actos represivos de que las manifestaciones son objeto en la capital del país o el repudio ciudadano y de diversas organizaciones a las llamadas reformas estructurales, la gobernabilidad frente a los grupos de autodefensa se configura como el gran tema de la política interna.
A pesar de su surgimiento como un movimiento ciudadano, a pesar de que el Estado ha tratado de darles legitimidad institucional y a pesar del respaldo social de que han gozado, pues es más la gente que ve con simpatía a sus líderes mediáticos: Estanislao Beltrán, José Manuel Mireles e Hipólito Mora, y a sus simpatizantes y defensores como el padre Goyo, hoy la estructura de los grupos de autodefensa parece resquebrajarse en medio de pugnas internas y diferencias que, aunque dicen que son personales, no dejan de tener un trasfondo en el que se esconde la búsqueda de poder.
La solidez del Consejo de Autodefensas de Michoacán comenzó a verse mermada a partir del accidente que sufrió José Manuel Mireles, cuando la avioneta que tripulaba se desplomó en La Huacana, el 4 de enero pasado. Recordemos que después de eso, cuando el doctor apenas se recuperaba de las lesiones sufridas, leyó un mensaje para Televisa, primordialmente, que después se supo que había sido editado a fin de que pareciera que Mireles invitaba a sus compañeros a deponer las armas, lo cual de inmediato fue criticado por quienes seguían en Michoacán comandados por Hipólito Mora y Papá Pitufo, y a la vez desmentido por el propio Mireles en el noticiero de Carmen Aristegui. El gobierno federal movió sus piezas e hizo un enroque en el que Estanislao Beltrán quedó como vocero del movimiento. En vista de lo anterior y como se han dado las cosas, bien valdría insistir en la pregunta de si el accidente que sufrió Mireles en verdad fue tal o si fue un intento de sacarlo de la jugada, esto por tratarse del más combativo en términos mediáticos, el que más celebridad alcanzó y hasta quizá el más preparado de los tres; por lo tanto, a quien más complicado podría resultar que el gobierno le cuente las muelas para manejarlo a su conveniencia.
El asunto ahora es que el gobierno ha creado un monstruo que hoy le es difícil de controlar, no habiendo aprendido nada de la historia. Recordemos que entre las décadas de los 80 y 90, en Colombia, para hacer frente a la guerrilla, grupos de empresarios, productores agrícolas, ganaderos y militares crearon las Autodefensas Unidas de Colombia, esto con el fin de disminuir el impacto que la guerrilla tenía en ciertas zonas. El crecimiento de estos grupos, cuando comenzaron a delinquir, se convirtió en el principal obstáculo para contenerlos, tan es así que sus víctimas se cuentan por decenas de miles pues no sólo se enfrentaron a los guerrilleros, también comenzaron a controlar lo relacionado con el narcotráfico, por lo cual incurrieron en el secuestro, los asesinatos selectivos, las masacres (entendidas en el derecho internacional como el asesinato de tres o más personas) y la extorsión, lo mismo que decían combatir y para lo cual se supone que habían sido creadas. Otro caso más reciente es el paramilitarismo en Chiapas a raíz del levantamiento zapatista de 1994, aunque también vale la pena recordar el caso de la contra nicaragüense, auspiciada por Estados Unidos y narcotraficantes latinoamericanos como Pablo Escobar y sus socios mexicanos del entonces denominado Cártel de Guadalajara.
El Americano
Hoy por hoy la inestabilidad se apodera de los grupos de autodefensa, corren varias versiones y quienes nos enteramos por diversos medios de comunicación no sabemos bien a bien a quién creer o en cuál versión confiar. Así pues, entre que si Hipólito Mora está implicado en el doble homicidio de Rafael Sánchez y José Luis Torres Castañeda, que si en los autodefensas hay gente de Los Caballeros Templarios infiltrada, que si Luis Torres González, El Americano, y su gente son ex templarios y ahora abren la puerta de Michoacán al Cártel de Jalisco Nueva Generación, con lo cual, Servando Gómez Martínez, La Tuta, pasa a haber tenido la razón cuando denunció eso en uno de sus videos, por lo que las autodefensas, a pesar de la aparente legitimidad con que se formaron, dieron pie a que otro grupo criminal se apodere del estado. En fin, los posibles escenarios son diversos y, lo peor, parecen amalgamarse, lo cual dificulta aún más la tarea de Alfredo Castillo.
Al comisionado federal ahora lo encara el reto de contener el caos que los grupos de autodefensa pueden provocar si los infiltrados del crimen organizado toman el control, lo que ocasionaría que aquellos que se unieron al movimiento con fines legítimos sean utilizados como carne de cañón, que los maten o que vayan a dar a la cárcel como una forma de quitarse de encima a os incómodos, lo cual no es nada nuevo ni desconocido para el partido en el poder, el PRI, y recordemos la Guerra Sucia, y más atendiendo a lo declarado por Mario Mandujano, director del documental La ley del monte, que actualmente se filma en Tierra Caliente: “Lo que veo es que en el panorama general eran los únicos que estorbaban en el camino, que tienen la capacidad de impedir que el crimen se reacomode en La Ruana… para el gobierno federal el tema de Hipólito Mora y las autodefensas es un problema incómodo… señalarlo como un criminal es la manera más fácil de quitarlo del camino… es mucho más fácil lidiar con un cártel… opera desde oscurito, la gente está diciendo que a todo mundo le llegaron al precio”, dijo en MVS Noticias, citado en Sinembargo.com.
Con el abatimiento de El Chayo (otra vez), y en caso de que Enrique Plancarte y La Tuta caigan, ya sea muertos o tras las rejas, estaremos ante el posible fin mediático de Los Caballeros Templarios, pero eso no es motivo de alegría ya que ni los detendrían ni los matarían a todos, siempre quedan células y se forman escisiones que siguen operando. Supongamos que ese grupo cae, ¿cuánto tiempo se tardarían los infiltrados en las autodefensas para constituirse como nuevo cártel, aprovechando las armas y el dominio que ya tienen?, ¿cuánto tiempo se tardarían el Cártel de Jalisco Nueva Generación o Los Zetas para apoderarse de Michoacán?, creo que no mucho. Cualquiera de los dos escenarios tendría graves implicaciones, tales como la serie de ejecuciones que se dan cuando hay reacomodos en las plazas, enfrentamientos entre grupos antagónicos y toda la zozobra, el miedo y la incertidumbre que vive la sociedad en tales circunstancias.

Por lo anterior, es obligación de la Federación (no del gobierno estatal, sabemos que, igual que los alcaldes, no figura más que para poner el templete y el sonido), a través de Alfredo Castillo, sanear un agua bastante puerca, turbia es poco, a fin de dar certidumbre a una sociedad que no sólo reclama acciones, sino que además exige transparencia en éstas y que quienes pisan la cárcel realmente sean los delincuentes, no los chivos expiatorios ni los incómodos al régimen.

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