La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir.
Camilo José Cela
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22 de noviembre de 2011
NÚMEROS ROJOS
Los años de andar errático de pronto pasan la factura, debo no niego, pago no tengo; pero doy en prenda las horas, algunos discos gastados y los sueños húmedos que me han cimbrado la piel.
Salvo los tesoros quye no son negociables, tengo la mitad de la noche durmiendo bajo la almohada, la luna que le robé a una antigua novia, la lluvia sin sombrilla y el empaque de las sorpresas.
Guardo algunos libros de Neruda para las noches de vigilia y fotografías en sepia para oler el pasado.
Le pago a la vida con este valle donde crecí y el lago salado donde jamás nadé.
"Toma chocolate, paga lo que debes". Aquí traigo un montón de ripios (palabra tan horrible) y los ugares comunes que guardo en la cajuela por si dejaran de serlo.
¿Cuánto valdrán mis lentes viejos? ¿Cuánto ofrece la vida por los primeros cuadernos, las cicatrices marchitas y las corbatas que uso como disfraz de señor importante?
Sólo eso tengo, lo demás lo gasté en mi propio semblante. Si eso bastara, súbanlo al camión; si no es suficiente, a chingar a su madre, me declaro desauciado.
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Jorge te escucha, habla con él