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15 de enero de 2007

Bitácora vacacional

Volver a los diecisiete. En esta frase, Violeta Querida renace matando soledades. He intentado hacerlo pero, por extraño que parezca, siempre termino por colocarlas en la cabecera de micama.

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"Te amaré hasta que muera". Dije algunavez, cuando veracidad e intensidad se me presentaban con la misma cara.
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Pese a lo que en la infancia hayamos sentido, nunca fuimos tan libres como cuando éramos niños: en un mundo pequeño la libertad necesaria es menos.

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Una mujer con ojos como duraznos charla alegremente con un hombre que bien podría ser su padre. No son amantes, la mirada de ella es más bien la de una mujer haciendo su trabajo; tampoco está trabajando, la mirada del hombre no tiene la altanería de quien se compró un cacharro. Algo sorprendente pasa con esta pareja: en medio de su conversación, hay momentos en que sus miradas no existen: cuencas vacías.

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Una taza semivacía
puede hablar de dos cosas:
falta de tiempo
para explorar el fondo
o una tarde con horas
de dos dìas.

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Un cigarro entre los dedos
es un cesto de basura
para los minutos y los besos.
Minutos que no se han ido,
besos que que aborté.

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Una mesa de café es perfecta
por su pequeña redondez :
trecientos sesenta y cinco lados
para una sola persona.

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Con gran devoción
escribía en los cafés
hasta que, calculando,
supo que cada café
le costaba un mal poema
y cada mal poema quince pesos.

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Empeñado en volverse gárgola
para descubrir el movimiento.

**************
Descubrir el movimiento
a partir de la inmovilidad:
momento originario
en que los campesinos
de Van Gogh cobraron vida.
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Una parte de mí dice que soy maravilloso, la otra murió. Mi narcicismo no tiene la culpa, el asesino soy yo.

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Despuès de ahogar mosqitos
en la copa de mezcal
e impregnar las paredes
con bocanadas de isomnio,
los malos presentimientos
encarnan bajo la almohada
y no hay a quien abrazar.

La noche, esa puta triste,
pone barrotes en la cama
para asegurar su comisión.
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Hablar incesantemente de mi es recitar, sin asomo de vergüenza, una estupidez tras otra con apenas algunos destellos de ingenio.

1 comentario:

  1. Me gustaron dos mucho:

    Despuès de ahogar mosqitos
    en la copa de mezcal
    e impregnar las paredes
    con bocanadas de isomnio,
    los malos presentimientos
    encarnan bajo la almohada
    y no hay a quien abrazar.

    La noche, esa puta triste,
    pone barrotes en la cama
    para asegurar su comisión.

    y


    Una mesa de café es perfecta
    por su pequeña redondez :
    trecientos sesenta y cinco lados
    para una sola persona.

    En fin, saludines.

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