Tomado de El Universal http://www.eluniversal.com.mx/notas/929708.html |
La tragedia ocurrida en días pasados en la
Autopista Siglo XXI, cuyo lamentable saldo fue de siete personas muertas y catorce
heridas, prende los focos de alarma en torno a una problemática cada vez más
evidente en las carreteras y principales vialidades de las ciudades mexicanas:
el doble remolque. Cualquiera que transite por una carretera en un auto
compacto y sea rebasado por uno de estos desarmadores,
sabe lo peligrosos que pueden ser pues el peso de estas unidades y las
velocidades que alcanzan en rectas y pendientes imposibilitan al chofer, por
muy experimentado que sea, a frenar repentinamente en caso de que algo se
atraviese por su camino.
Recuerdo que hace algunos años, en un bloqueo que
transportistas de carga hicieron en la capital del estado, los trabajadores del
volante pedían a las autoridades regular el uso del doble remolque. En aquel
entonces, ellos se quejaban de que con esta manera de transportar mercancía,
las únicas ganadoras eran las empresas, pues se ahorraban el costo de una
unidad, con lo cual, muchos operadores veían mermadas las ganancias de su
trabajo. Después de los hechos ocurridos hace algunas semanas en el Estado de
México, lo sucedido recientemente en San Ángel Zurumucapio y otros más que
ahora se me escapan de la memoria, sería urgente que se impulsara una
legislación que de veras regule la manera, a veces irresponsable, en que se
transportan mercancías por las carreteras de todo el país.
Cierto, seguramente algunos opinólogos y reacios
críticos del magisterio democrático han de estar rumiando su rencor social y
diciendo “se lo merecen”, lo cierto es que eran ciudadanos ejerciendo su
derecho a manifestarse contra aquello que consideran injusto (que en este caso
lo es), pero lo mismo pudo suceder con los miembros de una peregrinación, un
poblado de tantos que hay junto a las carreteras, una escuela, un retén
policiaco o un grupo de automovilistas varados por cualquier contingencia
ambiental.
Es hora de que así como la sociedad civil se ha
organizado para pedir agua, que se combata a la delincuencia, empleo y un
largo, larguísimo etcétera, también comience a hacerlo para exigir más
seguridad en las carreteras frente a la irresponsabilidad de los conductores y
la avaricia de las empresas que, con tal de ahorrarse los gastos que implica un
camión, sobrecargan unidades y las lanzan al camino, con lo que arriesgan a la
ciudadanía y a sus propios trabajadores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Jorge te escucha, habla con él