Levantarme un domingo
con los músculos magullados
y una cornada bajo el brazo
mientras decenas de ángeles
me muestran la belleza
que nunca tocaré.
Levantarme un domingo
y andar dieciocho horas
con la dureza de la cama a cuestas;
no escribir, no hablar,
no tener fuerzas para romper la maldición
que me obliga a guardar silencio.
Levantarme un domingo negro
y dejar que todo pase
hasta que mi estela de humo
se disipe al anochecer.
bieeen!!! :)
ResponderBorrar...tristes y hermosas palabras
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