Es de esas mujeres de silencio placentero porque sus palabras dicen lo necesario. Aunque el viento le ha dado algunos sablazos, su piel mantiene la misma seda cubriéndole el cuerpo.
Es de esas mujeres que desnudan cabezas y sonríen para negarlo, pero en el fondo saben que sólo ellas son capaces. Te mira fijo, quita el cabello de su frente, sonríe un poco y, de repente, el sombrero sale volando a diez metros de tu cabeza. Se antoja molestarse, renegar, reclamarle porque hay sombreros de ala ancha que, una vez volando, hay que considerarlos perdidos. Pero no se puede, ella no es una mujer con la que sea fácil enojarse, a ella no se le puede recriminar. Entonces te levantas, vas por el sombrero, te lo pones y te sientas a esperar que lo próximo que salga volando sea tu camisa.
Lindo muy lindo. Son mejores estos textos de mayor sutileza. al menos para mi.
ResponderBorrarClaro, el mundo necesita más mujeres como yo. ja
ResponderBorrarDelicioso!
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