De ser un amante de la literatura a estar comprometido con ella; de ejercer una labor creativa como pasatiempo y método de conquista (fallido las más de las veces) a realizarlo como medio y fin: escribir para escribir. Estas transiciones las hemos logrado la mayoría de quienes hemos estado o estamos en El Subterráneo. No me toca hablar por todos ni de ellos, quienes se han ido han tenido sus motivos y eso, aunque en el momento no se ve, ha fortalecido la revista permitiéndole renovarse cada determinado tiempo.
Año 2003 si la memoria no me falla, Café Catedral en la mesa con Siberia Silva y mi entonces nueva conocida Leticia Carrera. Les mostraba un texto muy malo sobre una mujer a la que todos los días me topaba en el camión y un poema (Rotten corpse blues, mi deshonrosa ópera prima) que acababa de ser publicado en lo que di en llamar un “periodiquito cucho”. Acto seguido, Leticia me comentó sobre una “revista cucha” de la que ella formaba parte y su hermano era director. A partir de ese momento me integré a la flamante plantilla de colaboradores del Subte. Tiempo después la revista tuvo una de sus habituales sacudidas y me colé hasta el Consejo Editorial
No es hasta que se tienen lectores (pocos o muchos, no lo sé) que uno hace dos compromisos: el primero, con la literatura; respetarla, serle fiel, amarla y disfrutarla, sobre todo disfrutarla tanto en la lectura como en la escritura. El segundo compromiso y más fuerte que un pacto de sangre, es con uno mismo: escribir con honestidad, tener la suficiente madurez para dar y recibir críticas, así como tener la capacidad para la autocrítica, saber leerse así mismo con ojos de lector y ser disciplinado. Sólo así se pasa del “bueno para…” al “bueno en…”. De ahí que la poesía no sólo sea un arte, sino que también es un oficio que debe practicarse a diario.
El Subterráneo cumple ocho años aunque cada época parezca ser una revista diferente. Ignoro si dentro de cincuenta años seremos identificados como grupo o generación y a decir verdad no me importa; lo que sí sé es que quiero que por muchos años más, El Subterráneo siga siendo ese vínculo, ese puente, ese espacio para decir y al que siempre tendré en gran estima y eterna gratitud. Salud y larga vida al Subte.
Gracias por lo de niños Carrera, por lo demás... que bueno que existen las sacudidas y te colaste bien adentro... un saludo desde la montaña...
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